Estudié en una escuela orgullosamente pública; y sí, no llevábamos inglés ni francés, pero en este patio todos los lunes nos inculcaban amor a la patria y admiración por nuestros héroes nacionales.

Era 1997 y en mi paquete de libros llegó uno que llamó mi atención, su portada decía “Conoce nuestra Constitución”.

Tres años trabajé con ese libro. Yo lo cargaba diario en la mochila, lo leía en la casa y hasta los fines de semana lo paseaba.

Por qué decidí ser abogada.

La constitución flechó mi corazón y esas líneas me enseñaron los valores que deberían definirnos como mexicanos: justicia, libertad, equidad, democracia y respeto por los derechos. Valores, por los que, hasta el día de hoy, sigo luchando.

Es por eso, que al igual que tú, estoy convencida de que merecemos una justicia diferente, que de resultados, que sea honesta, cercana y confiable; y creo que de la mano podemos lograrlo, sí dejamos que lo nuevo llegue.